Piedra original de la casa de St. Jean-le-Vieux:
Michel De PUCHULUTEGUY año 1764


PUCHULUTEGUI.COM
Mi Genealogía

Sus ideales políticos

Siempre fue conservador. Con ideales definidos, puso en contribución de los mismos el patrimonio do su prestigio y la gravitante fortaleza de su acción. Desinteresadamente.

El dlario del radicalismo, Los Principios, de Concepción del Uruguay publicó, cuando falleció la siguiente necrológica:

Nosotros, enfrentados a él desde planos opuestos, seguimos pensando después de su muerte, lo que pensábamos antes de ella; es decir, que seguimos considerando que el luchar con adversarios de su alcurnla, significaba valorizar nuestros propios títulos y dignificar nuestra propla gesta. Se ha ido un hombre. Todo un hombre (...) Para la figura patrlarcal, a quien la muerte acaba de despojar del soplo vital y generoso que hasta ayer la animara, la reverencla de nuestro homenaje (...) y para la pena que vibra tristemente en nuestra ciudad y se prolonga por la extensión esmeralda de la campiña que Don Juan tanto quisiera, para esa pena, decimos, el aporte sincero de la nuestra, sintetizada en el voto que elevamos por el descanso de su grande y noble alma.

 

Cartas entre dos amigos

Fue gran amigo de Don Enrique Carbó. Lo admiraba por su cultura, por su hombría de bien, por sus ideales y como estadista.

Mantuvo con él una nutrida correspondencla, de la que se transcriben algunos textos

CONFIDENClaL

Paraná, Octubre 24 de 1904

Sr. Don Juan Puchulu

Mi estimado señor y amigo:

Estándome estudlando en el Ministerio de Agricultura la mejor forma de facilitar el cumplimiento de la Ley de Policía Sanitarla de los Animales y salvar sobre todo, los perjuicios que puede causar su aplicación por la falta de bañaderos en los momentos actuales, y teniendo en cuenta que hasta hoy, hay poca garrapata este año, se me avisa confidenclalmente que se dejará transitar las haciendas mientras haya poca garrapata, pero que no se tirará decreto.

Al mismo tiempo, del Ministerio de Agricultura, en la misma forma confidenclal se me pregunta, si la Provincla y los hacendados podrían contribuir junto con la Nación a ir construyendo los bañaderos que más convengan y donde su colocación sea más conveniente o cómoda para los transportes de hacienda.

En el deseo de contestar lo más pronto posible y seguro de que Ud. podría darme alguna noticla por lo que respecta a ese Departamento, le estimaré me diga si podría contarse con la ayuda de los hacendados para costear entre ellos, la Nación y la Provincla, algunos bañaderos.

He preguntado a Buenos Aires cuál sería la suma necesarla en total, para saber más o menos, cual sería lo que debería cubrir la Provincla.

A la espera de sus noticlas, lo saluda muy atentamente, su amigo y S.S.

ENRIQUE CARBÓ

Paraná, Marzo 6 de 1906

Señor Don Juan Puchulu

Mi estimado amigo:

Tengo la suya del 1 del corriente y lo que encomendó al Dr. Coa.

Lo felicito por el éxito alcanzado en ésa, al reorganizar el Comité y le agradezco sus noticlas y bondadosos conceptos. Me alegro muy especlalmente por la incorporación de los amigos distanclados al sostener-se la candidatura del Dr. Quintana pues era un contrasentido que, por aquel motivo, estuvieran afuera de una situación que es amiga y sostiene abierta y resueltamente al Dr. Quintana.

Le agradezco también y muy deveras, que se haya hecho cargo o que continúe en la Presidencla, prestando el valioso contingente de su presencla al frente de ese Centro.

Me es grato saludarlo afectuosamente.

                                                                                                                   ENRIQUE CARBÓ

 

Paraná, Abril 15 de 1912

Señor Don Juan Puchulu

Mi estimado amigo:

Recibí oportunamente su grata del 23 de marzo último y fue mi primera intención insistir sobre el pedido de mi carta a la que Ud. contestaba, pero estando de por medio la candidatura de un hermano mío, pensé que sería mejor hacerlo una vez efectuada la elección para que mi insistencla, si era imprudente, no fuera en ningún caso tachada coma inspirada en el interés personal.

Hoy, que aquella se ha realizado, Ud. me permitirá que vuelva sobre mi pedido anterior y le ruegue de nuevo su concurso, que como Ud. comprenderá tan bien como yo, no es para un acto político aislado, sino por un interés permanente que en mi concepto debe unir a todos los hombres de significación y de buena voluntad, para asegurar la tranquilidad de la provincla y tal vez, su porvenir, por un espacio de tiempo más o menos largo.

Antes de la elección se pudo pensar que el Partido Radical sería fácilmente vencido y detenido en su reconstrucción, pero hoy, después de verse los elementos de que ha podido disponer entre nosotros, de lo ocurrido en Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba, es necesario convencerse que se forma rápidamente y con tendenclas y propósitos que no pueden ser mirados con indiferencla por los hombres de verdadero arraigo en la pro-vincla, cuya prosperidad exige, en primer término, la tranquilidad publica.

Creo pues, que es el caso de aunar, si es posible, a todos los hombres de más significación de la provincla en el propósito común de defenderse de aquel Partido, oponiendo una fuerza moral poderosa que evite un triunfo de las luchas futuras o que modere su acción.

Yo me explico muy bien las contrariedades que Ud. habrá tenido por parte de algunos amigos, tal vez de los que menos lo esperaba, pero, ¿quién no ha tenido que sufrir las miserlas de la política? Desgracladamente son inevitables y hay que tomarlas como son, despreciándolas y poniéndose por encima de ellas, cuando lo exigen así los más altos intereses comunes.

Por otra parte, Ud. no se ha de librar de ellas por no tomar parte activa en política.

Piénselo de nuevo pues, y ayúdenos en la formación del nuevo partido, que contribuirá así a la defensa de los verdaderos intereses de la provincla. No será necesario, creo, que Ud. ocupe su tiempo quitándolo a sus intereses particulares. Bastará que los amigos cuenten con su nombre y todo el apoyo moral y sincero que él significa.

Trabaje por la unión de los amigos que se han distanclado allí, en ese Departamento. Eso reconstruirá el Partido y Ud. habrá prestado un nuevo y señaladísimo servicio al Partido y a la provincla.

A la espera de sus buenas noticlas, lo saluda con el afecto de siempre, su amigo y S.S.

ENRIQUE CARBÓ

Paraná, Enero 16 de 1918

Señor Don Juan Puchulu

Mi distinguido amigo:

Usted sabe en la campaña política en que estamos empeñados, persiguiendo para la provincia un mejor estado político y administrativo, más conforme con lo que la provincla tiene el derecho de exigir, dada su importancla y progresos en todo sentido.

Me doy cuenta que Ud., hombre de negocios importantes y activos, puede estar cansado de distraerse en asuntos políticos, pero sé también, todo el amor que tiene a su provincla y el buen criterio que siempre ha demostrado por todo lo que puede afectar a su progreso y bienestar.

Con ese convencimiento y no viéndolo figurar entre las personas de significación que apoyan el movimiento iniclado, me permito rogarle que nos acompañe de nuevo, aunque no fuera más que permitiéndonos hacer uso de su nombre al frente de los Comités de esa, como Presidente Honorario u otro cargo parecido, que no le tome tiempo, pero que aporte al movimiento político todo el prestigio y respeto de su nombre.

Usted sabrá dispensarme este nuevo pedido, que me atrevo a hacerle (…)

Deseándole, en compañía de los suyos, un año feliz, lo saluda con el afecto de siempre

ENRIQUE CARBÓ

La tolerancla fraterna y el prestigio del político

Pero también Don Juan Puchulu fue amigo del Dr. Luis L. Etchevehere, del Dr. Eduardo Laurencena y del Dr. Eduardo Tibiletti, todos ex gobernadores radicales.

Tuvo buenos amigos entre los radicales como Alberto H. Carosini, el Dr. Leopoldo Melo, Francisco Elizalde, el Dr. David 0’ Connor, el General Agustín P. Justo. Con Don Juan Carlos Rivero, figura consular y de prestigio en Entre Ríos, lo unía un gran afecto.

Siendo Presidente Don Juan del Partido Popular, desprendimiento del Partido Autonomista, un grupo de hombres se separó del mismo, pasando a formar la Unión Cívica Radical. Entre ellos Juan Carlos Rivero, Alberto Carosini, Alberto Hormaiztegui quienes, como prueba de afecto, le regalaron un cuadro con el retrato de Leandro N. Alem y la firma de ellos. Don Juan les manifestó que no lo aceptaba, si no le ponían: Sus adversarios, mientras comentaba risueñamente: (…) temo que un día puedan tildarme de radical. Ellos accedieron y durante muchos años este cuadro ocupó un lugar en su escritorio. Al levantarse la Casa Verde de los Puchulu el mismo desapareció.

También en su escritorio colgaba un cuadro del General Julio A. Roca, que lo mostraba joven aún, con traje de militar y en el que estaba estampada su rúbrica.

Una tarde que caminaba por la Avenida de Mayo acompañado del Dr. Lucio López, se detuvo al observar que en un local se remataba, en ese momento, un cuadro del General Bartolomé Mitre, que compró alguien de entre el público asistente, en cincuenta pesos. Al rematarse a continuación el del General Roca, el mismo comprador, llevado tal vez por una pasión de índole política, ofreció cinco centavos. Don Juan, que admiraba a Roca por su gobierno progresista y por su acción militar en la Conquista del Desierto, desde la puerta, ofreció en voz alta, cincuenta pesos, agregando: Nuestro escenario nacional es tan amplio, que en él tienen cabida todos nuestros próceres.

Fechado en Paraná, el 29 de Junio de 1911, recibió en Concepción del Uruguay, el siguiente telegrama de Lucio López y Jorge Victorica: Al incorporarnos a la Cámara de Diputados de la provincla por voluntad altivamente manifestada de ese pueblo, nos complacemos en saludar al digno Presidente del Comité Popular y hacer votos por su felicidad personal y porque se conserve muchos años, para que pueda presidir muchos nuevos triunfos de la causa popular.

Por esos tiempos, corría en Concepción del Uruguay la siguiente anécdota:

En un Comité Radical, alzábase, como es natural, la figura de Don Leandro N. Alem.

Un paisano que por cierto ignoraba al gran tribuno suicida, acertó a detenerse allí, alzando la vista hacla el retrato. Y como pareciera que vacilara ante el misterioso personaje, Don Alberto Carosini lo interrogó: ¿No lo conoce todavía?

A lo que el paisano respondió: Cómo no lo viá conocer (...) ¡Viva don Juan Puchulu...!

(Don Juan, como Alem, usaba barba. De ahí la confusión).

Habiendo, en el año 1915, desaparecido la acción política del Partido Conservador en Entre Ríos, el Dr. Lisandro de la Torre se dirigió por carta a Don Juan Puchulu, invitándolo a organizar, sobre amplias bases en la provincla de Entre Ríos, el Partido Demócrata Progresista (…) Para conseguirlo, le decía, deseo obtener La incorporación a sus cargos directivos, de los ciudadanos más prestigiosos de la Provincla y lo invitaba, en su carácter de amigo y Presidente de la Junta Nacional, a una reunión en la calle Lavalle 671 de Capital Federal, el día 27 de Octubre, donde (…) reunidos y expuestos sin reservas los móviles y fines impersonales y elevados del movimiento que se desea desarrollar en Entre Ríos y en la Nación, habrá de facilitarse grandemente la coincidencla patriótica que las circunstanclas aconsejan.

En base a esa reunión se organizó el Partido en la Provincla y fue elegido Don Juan Puchulu, Presidente del Comité Departamental de Concepción del Uruguay.

Contaba Don Juan que, una vez, integrando una Comisión de Hacendados de la proincia, llegó a la Casa Rosada y en uno de los pasillos se encontraron con el General Luis María Campos, en ese entonces Ministro de Guerra. Al verlo se detuvo y después de estrecharle la mano y saludar a los otros miembros de la comisión, les preguntó el motivo de su visita. Al enterarse que venían a entrevistar al Presidente, les informó que esa mañana se embarcaba en un vaporcito para recorrer el Delta y los invitó a subir en su carroza, para que pudieran conversar con él, en el puerto.

Al llegar, encontraron al General Roca en el preciso momento en que subía al vapor, pero al ver la comitiva se detuvo y, enterado del motivo de su presencla, lo tomó de un brazo a Don Juan Puchulu y lo introdujo en una salita, alrededor de la cual se agruparon el General Campos y demás miembros de la comitiva. Después de escucharlos, les manifestó que convenía que nombraran un delegado en Buenos Aires, para que evitaran las molestlas de nuevos vlajes. Fue entonces que se adelantó el General Campos, mientras decía: Presento mi candidatura para el cargo, si es que cuento con vuestra conflanza. La entrevista terminó dentro de una gran cordialidad.

Ella es reveladora del poco empaque que tenían los gobernantes de antes, pese a la fama de estirados y oligarcas.

En el año 1937, un hijo de Don Juan concurrió a una Exposición Rural de Resistencla (Chaco), encargado de exponer un lote de toros Polled Shorthorn. Al acercarse a un grupo de cabañeros, le fue presentado el entonces Presidente de la Sociedad Rural, Dr. Juan H. Quijano, que más tarde sería Vice Presidente de la Nación.

Al enterarse de que era un hijo de Don Juan, lo apartó del grupo de amigos, para decirle:

Con su padre fui protagonista de un episodio que en esa época tuvo gran resonancla en la provincla de Entre Ríos. Junto a él, en 1907, tuve mi primer bautismo de fuego.

En la disputa por la Intendencla Municipal de Concepción del Uruguay, era yo entonces estudiante del Histórico; se habían presentado dos candidaturas: Don Porfirio Tenreyro por el Partido oficlal, y don Juan Leo, sostenido por un grupo de vecinos.

Los ánimos se habían enardecido en la contienda electoral. Ya en días anteriores a los comicios, se habían producido violentos incidentes, pero lejos estábamos de pensar que en una ciudad pacífica y culta, como la de Concepción del Uruguay, estos hechos pudieran derivar en los funestos sucesos que conmovieron a la provincla.

El día del comicio, las mesas receptoras de votos funcionaban en el atrio de la iglesla. A poco de iniclarse aquél, llegó la noticla al grupo de dirigentes que sostenía a Don Juan Leo y que presidía su padre, que se estaba cometiendo fraude.

Se resolvió nombrar una comisión para que entrevistara a las autoridades de las mesas y tratara de evitarlo. Tras de ello salieron muchos simpatizantes y la mayoría de los muchachos que estudiábamos en el Colegio, que fuimos tomando lugares estratégicos en la Plaza General Ramírez, frente a la iglesia. De pronto, sonó un tiro y ese fue el principio, oyéndose inmediatamente muchos otros más.

Al anochecer todo terminó, quedando los partidarios de Don Juan Leo dueños de la Plaza. Como saldo, hubo varios muertos y heridos.

Su padre fue herido en la frente por el roce de una bala; no fue herida de importancla. Se formó una columna que lo acompañó hasta su casa, donde se realizó una prolongada tertulla, comentando los sucesos.

Tal vez ese episodio, agregó el Dr. Quijano, me sirvió a mí y a otros de los participantes, coma levadura para templar nuestra fibra política y, si bien Don Juan Leo no se destacó como Intendente, el movimiento supo, le repito, despertar vocaciones políticas que beneficiarían en el futuro a la ciudadanía.1

 

En el año 1908, el Doctor Faustino M. Parera, siendo Gobernador, le dirigió a Don Juan Puchulu , el siguiente telegrama:

Agradezco los conceptos con que me favorece en su atento telegrama de ayer, y me complace la satisfacción con que se ha recibido el arribo a esa ciudad del ingeniero encargado de estudiar las líneas férreas que darán salida a los productos de los departamentos del centro de la provincla, por el importante puerto de esa ciudad y los demás de la costa del Uruguay. He de proseguir sin descanso mis gestiones administrativas tendientes a la realización de obras de la importancla de ésta que motivó su afectuoso telegrama y que constituyen la parte principal de mi programa de gobierno y mi primera preocupación de gobernante, vivamente interesado por el progreso de Entre Ríos. He traído estos propósitos al gobierno y para cumplirlos no ha de obstar ningún inconveniente que pueda salvarse con empeño y patriotismo, para lo que me alienta además el concepto con que estimulan mi acción, los hombres que, como Ud. apreclan con serena ecuanimidad los esfuerzos que pongo para responder a los deberes de la alta investidura que he recibido de mis conciudadanos. Me complazco en saludarlo atentamente y reiterándome su amigo afectísimo.2

 FAUSTINO M. PARERA

En el año 1908, el Doctor Ramón Parera, Presidente del movimiento conservador de la provincla de Entre Ríos, al renunclar a sus candidaturas para convencionales el Doctor Lucio López y el Escribano Wenceslao Gadea, le escribe a Don Juan Puchulu a Concepción del Uruguay, diciéndole, entre otras cosas, lo siguiente: Es llegado el caso que Ud. medie en este asunto y con su alta, justificada y prestigiosa autoridad moral en el partido y en el seno de esa sociedad, interponga su influencla para que el Dr. López y Gadea, retiren la dimisión que han hecho de las candidaturas oficlales. Le ruego haga lo posible por prestarnos este servicio.

Don Juan Sintió la política con esa profunda devoción con que los hombres de temple se enrolan en los organismos cívicos.

Dedicó al partido de sus ideales una gran parte de sus energlas, entregando su apoyo materlal y su palabra, simpre grata, sobrla, de rasgos definidos que sirviera para alentar en la hora de la derrota como en los grandes días de éxito. Desinteresadamente siempre cooperó con el partido.

No lo atrajo nunca la función pública. Ni ambicionó la figuración. Sin embargo, ocupó en numerosas ocaciones cargos directivos y en el año 1937, que fue el de su fallecimiento, el Parti-do Demócrata Nacional incluyó su nombre, prestiglando la lista de electores a Presidente de la Republica.

Postrado en su lecho de enfermo, insistió en levantarse para cumplir con esta última y honrosa designación, a sólo quince días de su muerte.

Desde Gualeguaychu, Entre Rios, su amigo el ingeniero Juan Francisco Morrog Bernard, con fecha 13 de noviembre de 1937, le remitió el siguiente telegrama:  enterado Ud. Piensa abandonar lecho para concurrir reunión Colegio Electoral veinte corriente, permítame pedirle se abstenga de esfuerzo semejante pues mayoría electores está asegurada. Afectuosamente.

MORROG BERNARD

1.El talentoso escritor don Juan Emillano Carulla, en su interesante libro Al filo del Medla Siglo, coincide con esta versión del hecho.

2.Se transcribe porque denota la noble acción del gobernante y la preocupación de don Juan Puchulu por los problemas de interés público.



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